Pasaron seis años desde que Francesc Español descubrió lo que parecía una nueva especie de coleóptero cavernícola hasta que Jeannel lo corroboró bautizándolo como Speophilus españoli. Fue el impulso definitivo que centró su interés por la zoología en la entomología. Una faceta con la que llegó a Baleares en los años 30 para catalogar el universo de endemismos de las cuevas pitiusas. La vocación de Francesc Español estaba clara desde su adolescencia. Nació en Valls (Tarragona) en 1907 y ya cuando estudiaba Bachillerato en la misma localidad, empezó a interesarse por los insectos. Su colección de coleópteros y hemípteros llegaba a las cuarenta cajas, material que años después iría a parar al Museo de Zoología de Barcelona.
Español, segundo pro la izquierda (1932)
Poco después se centraría en el estudio de la fauna cavernícola. Tenía sólo 17 años cuando, en 1924 y en la cueva de Traça (Tarragona), descubriría su primera nueva especie. El ejemplar fue enviado al entomólogo francés René Jeannel al Museo Nacional de Historia Natural de París. El experto tardaría seis años en confirmar el hallazgo y bautizarlo como Speophilus españoli. La espera no desanimó a Español. Aquel mismo año comenzó a colaborar con el Museo de Zoología de Barcelona, y ni siquiera durante su servicio militar en Marruecos, de 1926 a 1929, cesó en su recolección de insectos. Cuando entró en la universidad de Barcelona en 1931 se decantó por Farmacia, sus estudios de entomología continuaron en la Institución Catalana d’Història Natural.
El reconocimiento y bautismo de su primera nueva especie fue un impulso para las investigaciones del catalán. Desde el principio sus campañas prestaron gran atención a las poblaciones insulares. Una localización en la que, como apuntan los expertos, al aislamiento de las cuevas de la fauna cavernícola, se sumaba el de la propia isla. Conjunción que fomenta la existencia de endemismos.
Su frecuente contacto con Guillem Colom y su relación con la Societat d’Història Natural de Balears dio un paso más en 1935 con su primera expedición a las Pitusas. Llegó a Ibiza en noviembre con dos observadores del Museo de Zoología de Barcelona. Exploraron los alrededores de Vila, Ses Salines, la bahía de Sant Antoni y la isla de Ses Bledes.
El estallido de la Guerra Civil en 1936 supuso un paréntesis en casi todas las actividades. Francesc Español no abandonó sus investigaciones, pero éstas se ralentizaron cuando el catalán fue movilizado. En 1940 publica la síntesis de su expedición a las Pitusas: Contribución al conocimiento de los coleópteros de Ibiza y Formentera.
El trabajo catalogaba y comentaba 163 formas entre especies y subespecies, muchas de ellas nuevas para la fauna balear. Describió como nueva la Neurapes navasi y fijó como especies endemismos –Asida ibicencis o Pimelia elevata, entre otros– considerados antes como simples variedades. El estudio ratificaba la existencia de una rica fauna cavernícola endémica en las Islas.
Los coleópteros tenebriónidos –que viven en ambientes esteparios y desérticos–, los cavernícolas y los anóbidos –las carcomas– serían los tres ejes de su especialización científica. En Baleares sus investigaciones se extenderían a la revisión de los estudios de naturalistas anteriores como Martínez de la Escalera o Pérez Arcas. Sus campañas en las Islas continuarían en los años 40 y 50 y se extenderían a islotes como S’Espalmador o Conejera. Con el material recolectado publicaría Coleópteros de las Pitiusas (1950) o Los tenebriónidos de Baleares (1954).
Sus campañas entomológicas y bioespeleológicas y su participación en congresos internacionales continuarían en los años 50 de la mano del Instituto de Entomología. En los años 60 comenzarían los reconocimientos a su labor: en 1966 es nombrado director del Museo de Zoología y en 1969 ingresa en la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona, ingreso en el que presentaría Fauna cavernícola de España, una síntesis de sus estudios.
En la misma época, Español se incorporó a la docencia en la Universidad de Barcelona. En 1972, con la recuperación de la Societat Catalana d’Història Natural, se convierte en presidente de la institución. En 1978 Juan Carlos I le concede la placa de Alfonso X El Sabio y en 1982 la Universidad Autónoma de Barcelona le invistió como Doctor Honoris Causa.
En realidad el catalán se había jubilado oficialmente en 1977 con 70 años, pero ni siquiera eso detuvo sus expediciones. «Desde principios de los 80 publicó de manera sistemática junto a sus discípulos», señala Xavier Bellés en Francesc Español o la pasión por la entomología. Su último trabajo referido a las Pitiusas se publicó en 1984. Continuó sus investigaciones hasta que las fuerzas se lo permitieron. Murió en 1999, y para entonces aún no había ejercido como farmacéutico.