Las autoridades cierran cuevas y minas para evitar que la especie desaparezca
Autor: Juan Pablo Nóbrega.
Un hongo de origen desconocido está esquilmando las colonias de murciélagos en Estados Unidos. Aunque los biólogos habían detectado la enfermedad hace dos años, el último dato de más de medio millón de ejemplares muertos en una amplia zona del país ha movido al Gobierno federal a ordenar el cierre de miles de cuevas repartidas en 33 Estados.
Nadie se atreve a predecir el alcance de esta epidemia, pero los expertos se muestran preocupados porque la propagación del misterioso hongo pone en peligro la supervivencia de esta especie. El Departamento de Medio Ambiente ya ordenó el pasado marzo a las personas en 17 Estados que se abstuvieran de entrar en cuevas por temor al contagio. Los científicos trabajan con la hipótesis de que el hongo se trasmite sólo de murciélago a murciélago, pero no han establecido si puede existir una conexión humana.
Mientras encuentran más respuestas al problema, los biólogos lo han denominado 'síndrome de la nariz blanca', en referencia a un polvo de ese color que aparece en la nariz y alas de estos pequeños mamíferos en sus periodos de hibernación. El hongo trastoca de tal modo su sistema que acaba provocando que mueran de hambre.
Un papel clave
Al principio, el mal sólo afectaba a comunidades aisladas del Estado de Nueva York. Luego se extendió el Oeste y al Sur, a lo largo de los montes Apalaches, una de las zonas con mayor biodiversidad de EE UU y hogar de subespecies en peligro de extinción como los murciélagos orejudos de Indiana y Virginia.
Además de ser los únicos mamíferos que vuelan, los murciélagos juegan un rol clave en la cadena ecológica, manteniendo a los mosquitos bajo control. En el Hemisferio norte suelen alimentarse entre abril y octubre, y son capaces de comer su peso en insectos cada noche. Según el Departamento de Medio Ambiente de EE UU, los 500.000 murciélagos desaparecidos de los bosques estadounidenses significan 1.100 toneladas de insectos más que van a dejar sus efectos perniciosos en ciertas áreas del país.
Las organizaciones que agrupan a espeleólogos y aficionados a las cuevas no han puesto objeciones a la medida gubernamental, que los apartará de este deporte al menos durante un año. «La enfermedad es un problema grave. El aspecto recreativo es el que menos nos preocupa ahora», declaró la Asociación Nacional de Espeleología.
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